~ Rhywiel the Nymph.

Nombre: Rhywiel.
Apodo: Rhy, la chica del bosque, la ninfa, la tipa que canta...
Edad: Dieciocho años.
Raza: Ninfa.
Reino: Magnolia.
Orientación sexual: Hetero.
Ocupación: Diva.

Rhywiel es una de esas chicas que puede comer hasta reventar y nunca aumentar una sola libra, probablemente debido a su condición de ninfa. Su figura es esbelta y de atractivas curvas, piernas largas y clavículas delicadas, parecen haber sido talladas por un ángel. Su estatura, para su edad aparente, es algo baja (1'65 metros) y su peso es relativamente más ligero (rodando los 50 kilos). Su cuerpo es completamente esbelto y delicado. Tiene una piel blanca, suave e inmaculada que es muy fácil de lastimar, cualquier golpe le ocasiona un hematoma casi que al instante. Su cabello, ondulado y suave al tacto, es de un color verdoso y brillante, y no excepcionalmente largo, llegando poco menos de a la mitad de la espalda; siempre decorado con cualquier cosa que haya a la mano: Flores, plumas, y uno que otro accesorio convencional que encuentre por ahí. Sus ojos son de tonalidad esmeralda, grandes y expresivos. En tanto su rostro suele ser aquello que le hace llamar la atención, posee un rostro descrito por muchos como angelical, rasgos finos y completamente femeninos una nariz delgada, labios delgados pero carnosos. No se complica mucho en cuanto a atuendo, y siempre se le ve usando exactamente lo mismo, con excepción de ocasiones muy muy especiales. No se preocupa demasiado en cuanto a la moda.

Dulce, serena, amigable, benévola, prudente y educada; son algunos de los adjetivos que pueden utilizarse para describir a Rhywiel sin equivocación. Amable y bondadosa con todo el mundo, es una muchacha que puede ser definida como “demasiado buena para su propio bien”. Alegre y dulce, es una joven tranquila y apacible que muy rara vez se altera o estresa y siempre está dispuesta a echarle una mano a quien lo necesite con sus problemas. Le es fácil ganarse la confianza de los demás debido a su suave actitud, tan sencilla de tratar. Entusiasta y optimista, siempre trata de sacarle el lado positivo a todo y de cumplir sus metas de la forma más justa posible. Le encanta ayudar a los demás y dar consejos a quienes lo necesiten; incluso, hay quienes dicen que la joven tiene una especie de don para entenderse con personas usualmente cerradas y difíciles de tratar. Si bien parece una fuente inagotable de paciencia, todo tiene su límite, y cuando finalmente se queda sin ella… hay problemas. Sin embargo, esto pasa una vez cada milenio, por lo que no hay mayor peligro. En general es una chica bastante pacífica, no le agradan y le rehúye a las peleas y las encuentra aburridas e innecesarias; aunque, de ser sumamente necesario, podría considerar tomar acción. Modesta con sus logros y habilidades, no es del todo presumida, aunque de vez en cuando no pueda evitar pavonearse un poco. A veces puede parecer un tanto ingenua y despistada, pero es un misterio si de hecho es así o simplemente lo finge.

Un detalle importante a la hora de tratar con Rhywiel es el hecho de que no habla. No es que sea muda, puede hablar perfectamente; sin embargo, únicamente utiliza su voz a la hora de cantar, apenas dejando escucharla en risillas y exclamaciones de sorpresa. Logra hacerse entender mediante señas, escritura y muy de vez en cuanto lectura de labios; pero escucharla hablar es algo extremadamente raro. Aunque le gusta Magnolia, no puede pasar mucho tiempo en esta sin sentir la gran necesidad de volver a su lugar de origen, a sus conocidos bosques. Asimismo nunca ha salido de Magnolia, y aunque conoce su existencia, poco más sabe acerca de los otros dos reinos. No da mayor atención a su condición como diva, al punto en el que algunos dudan si no sabe de su condición, o sí que sabe, pero prefiere pasar del tema olímpicamente.

Su infancia es más bien sencilla: No recuerda mucho sobre su nacimiento, o más bien creación. No le preocupa mucho conocerlo, de todas formas. Ninfa nacida en el bosque, no tuvo necesidad de que nadie le pusiera un nombre, debido a que ya lo conocía de antemano: Rhywiel. Sin apellido, aparentemente. Pasó gran parte de sus primeros años ahí en el bosque, conviviendo con la fauna y la flora del lugar. Nunca se sentía sola, pues siempre tenía amigos para acompañarla, y cuando se lo pedían ella con gusto les cantaba canciones, ya fuese para arrullarles, tranquilizarles, sanarles, alegrarles o simplemente para deleite del público.

Sin embargo, una noche, un nuevo individuo apareció en el bosque. La peliverde, acostumbrada a sólo tener compañía animal, se asombró de ver a un humano en aquel territorio; más exactamente un pequeño niño, al que no le calculaba más de seis años. ¿Qué hacía un chiquillo como él tan lejos de la civilización, y con tantas cortaduras y raspones? Lo ignoraba, pero sabía que definitivamente no pertenecía a aquel lugar. Probablemente sus padres estarían buscándole, por lo que debía regresarle a su hogar. Por aquella noche, viendo el estado de cansancio en el que el pequeño estaba, se limitó a dejarle descansar, sentándose a su lado y cantando una canción de cuna para que durmiese tranquilamente, segura de que no le pasaría nada debido a la poca gravedad de sus heridas. La sorpresa del niño fue enorme al ver sus heridas sanadas, más no sacó mayor información sobre el suceso de la muchacha más allá de un encogimiento de hombros. Lo que importaba era que, ahora que el chiquillo estaba despierto, podría acompañarle de vuelta a su hogar. Cantando para él en el trayecto, y sin emitir ni una sola palabra como tal, ambos anduvieron hasta la ciudad, donde empezaron a preguntar por el paradero de los padres del jovencito. Nadie parecía saber nada, y las horas pasaban y ni pista de los progenitores del chico. Preocupada al ver que éste estaba a punto de entrar en llanto, no se le ocurrió otra cosa que cantar otra canción para tranquilizarle. Aquello no sólo funcionó, si no que además, lentamente, empezó a atraer a otras personas alrededor del lugar, llamadas por la melodiosa, casi etérea, voz de la muchacha. Finalmente, también atraídos por la canción, los padres del niño acabaron apareciendo, casi aplastando al pequeño de un abrazo de la felicidad que les embargaba por haberle conseguido. El jovencito les explicó que la muchacha había sido quien le había llevado hasta allí, y la pareja agradeció con creces a la joven por su acción, más que dispuestos a otorgarle el dinero que llevaban encima en agradecimiento; dinero que Rhywiel rechazó tímidamente. Después de todo, siendo ella del bosque, ¿De qué le serviría aquel material de los humanos?

Aquel día marcó la vida de Rhywiel y de quienes le conocieron. Le veían como la joven doncella cantante de los bosques que había devuelto a un pequeño a su hogar, renegando cualquier tipo de recompensa más allá de la satisfacción de haber hecho una buena acción. Ella, por su parte, ciertamente se había sentido sumamente feliz y satisfecha consigo misma tras haber ayudado al niño. Si bien era la primera vez en años que alguien se perdía en el bosque, quizás no sería la última. Y ahí estaría ella para guiar a quienes lo necesitasen. Además, aquella gente de la ciudad había sido bastante agradable con ella, quizás debía volver más seguido.

En la actualidad, Rhywiel sigue viviendo en los bosques, mas ahora sale de éstos con mucha más asiduidad que antes, incluso teniendo amistades en la ciudad a pesar de su total falta de habla. Cuando encuentra viajeros o gente perdida en su territorio ofrece toda la ayuda posible, curándoles, dándoles alimento y cobijo y guiándoles hasta donde lo necesiten sin pedir mucho a cambio. Su condición como diva nunca le ha causado problemas: De hecho, casi desconoce sobre ésta. Achaca las propiedades de su voz a su condición como ninfa y poco más. ¿Si le causará problemas en el futuro? Eso estará por verse.

+ Le gustan los dulces, especialmente los pasteles.
+ No tiene una mascota específica, pero es amiga de casi todos los animales del bosque. Incluso los peligrosos.
+ No sabe nadar. Aunque flotar de espaldas se le da de maravilla.
+ Posee ciertos conocimientos en instrumentos de viento como la flauta y la ocarina, pero no es ni de cerca tan habilidosa como lo es en el cantar.
+ La mayoría de sus accesorios “convencionales” (léase prendedores, coletas, diademas y más de esa índole) han sido o regalados por gente de Magnolia o encontrados en el bosque sin razón aparente.
+ Si bien tiene nociones básicas de cómo usar el dinero, nunca se ha visto en la necesidad. Usualmente le regalan o brindan las cosas.
+ Lleva un bloc y una pluma consigo para escribir en caso de que el mensaje que tenga que transmitir sea demasiado complejo como para decirlo por señas.

Expediente válido.

No olvides hacer los registros. Diviértete y rolea mucho.